viernes, 9 de octubre de 2009






Y cómo saben ya, este señor, Don Chocolate , me llevó a tierras mejicanas.
Allí fui, en un insipiente otoño entremezclado con el resto del calor más húmedo que yo había conocido hasta aquel momento...y que abandonaba su verano, allí fue que me encontré con la esencia y el espìritu del chocolate...
Recorrimos algo del misterioso sur azteca ,en ese pintoresco y extenso país, fuimos entrando a las Ruinas de Palenque y de alli a Villa Hermosa, ciudad pujante y sencilla que nada tiene que ver con el resto del Mexico que algunos conocen.Nos hospedamos para buscar con tranquilidad y esmero, la forma de llegar a las famosas fincas cacacoteras de Tabasco. Lugar de pobres y dedicados trabajadores y tambien de ricos nuevos, ambos emparentados por el cacao y el petróleo.
Si señor , no fue fácil, a nadie le cerraba el por qué, de ese tipo de visita o excursión.
Nos decían: "¿ps, hermano ya ha visitado nuestras playas y nuestras ruinas?", "¿han estado en DF?", "hay tanto para ver!!!","...por qué una finca de cacao?".No podían comprender: adiviviné aquella negaciòn a compartir con extranjeros esa parte de un hermoso México (segùn nosotros), que tal vez a ellos les duele.
A lo que respondiamos que era un deseo profundo el que tenía yo por visitar estas fincas, que vine desde Argentina para tal visita, y asi dando explicaciones y fundamentaciones fue que alguien nos indicó el camino al fin.
Ok, despues de tanto investigar, nos pudimos tomar una combi muy temprano en la madrugada en medio de un tumultuoso gentío de "laburantes", que viajaban hacia muchísimos puntos , para llegar a las 9 a desayunar en un pueblo llamado Comalcalco, alli habitaban los cacaoteros, sus familias, su entorno.
Se podía oler el aroma diferente y àcido en el ambiente. Despues del desayuno y ya con su vibrante calor pegajoso que nos acompañaba en crecimiento a medida que subía el día...tomamos un taxi que nos llevó a la primera finca, La Luz, fuimos atendidos por su dueña,Ana Parizot y con toda idoneidad nos contó el pasado y el presente del cacao. ya que el futuro es incierto, las fincas luchan por rescatar un viejo y golpeado"criollo".
El perfume era exquisito, se nos penetraba en la piel.Firmamos su libro de visitas, compramos algunos de los productos elaborados ahì, y nos fuimos camino a la segunda finca: Cacep chocolates.
Comprendimos que no había nada pintoresco que apreciar en la ruta, salvo otras ruinas que por alli cerca se encontraban. Casi toda Mèxico descansa o se apoya sobre ruinas mayas y aztecas, con tremendas selvas y poblaciones...
Yo , seguía de modo obsecado el horizonte con mi mirada estirada, tratando de encontrar lo que mas me urgía, la entrada a la otra finca, la que ademas se distinguìa de la anterior porque en ella se llegaba a fabricar la cobertura.
Hasta que al fin llegamos, pleno mediodía cruel mexicano para un "argentino city", eso si que era cruel, y alli no terminaba la cosa, los "moscos" nos rodearon y nos decían:" nuevas presas para nuestra dieta!!!!".
Indiana Jonn...un poroto...fui a sufrir? , no se, solo quería saber mas sobre orígenes de esta codiciada semilla, lo demas era lo menos.
Fuimos recibidos por Florencio, su encargado, nos alentó a entrar a los cacaotales, solo unas 60 hectáreas, y nos inundó de información. Hermosa , prolija y cuidada .
Seguíamos a Florencio con atención , escuchando en el medio de su interesante relato , mascullar sus rezongos porque se topaba con algún que otro papelito tirado...
Enfilamos después para la casa, y nos enfentamos en un rincón del patio, a una primitiva cocina chontal...con sus vasijas, morteros, piedras y comales, toda una batería de cocina para darle transformación al cacao y así poder consumirlo finalmente. Florencio me regaló una jícara vieja y ahumada, la cual guardo con especial cariño.
Pasamos al comedor de los "viejos patrones", donde nos encontramos con maniquìes vestidos con atuendos de los tiempos en que los cacaotales eran mas productivos y mas extensos...
Luego nos hizo "disfrazar" con guantes barbijos, gorro y delantal para poder apreciar todos las instancias en que se va sometiendo a la sagrada semilla, para poder llegar a nuestras bocas como el conocido chocolate.
No se pueden imaginar, quedé embelezada, sucia , chorreada como una niña, de todos lados probaba y me alcanzaban cucharadas de èste y de aquel y el de mas allá.
Me compré todo lo que podía , salí agradecida y con una sed feroz a pesar del refrescante atole helado con el que Florencio nos convidó al final del recorrido.
Fue entonces que el mismo dueño nos acercó al centro para almorzar recièn a las 4 de la tarde!!!!, nos compramos un cuaderno y mientras nos servían la comida , escribimos todo, todo lo que vimos y escuchamos de esta parte, en la que muchos chocolateros todavía no conocen.
Y asi nos despedimos sintièndome satisfecha y feliz de haber sido testigo del primer eslabón de la cadena llamada...Ruta del cacao.